viernes, 26 de agosto de 2016

Sobre Des/e(r)0s de Fabián Burgos

Aparecer el cuerpo 1 para des/unirlo, volverlo 0, desollarlo hacia el infinito





Sobre Des/e(r)0s de Fabián Burgos

por Fanny Campos Espinoza

Des/e(r)0s (Ediciones. G, 2016), es un adelanto del poemario Para estrangular el lenguaje de los pájaros de Fabián Burgos, autor de su anterior Paralogismos de la Sombra sin Mundo  (Ajiaco Ediciones, 2015), libro con el que, lúcidamente, continúa dialogando este joven autor, pues en este poema escrito en cerca de doscientos versos libres, vuelve a sacudirnos los sesos, que veremos nuevamente reventar en la vía pública, con su poética cuántica como revólver hábilmente sostenido en su aullido, que nos dispara las más profundas paradojas humanas, en el Mundo, con su Sombra germinando de la mancha primitiva de la que trata este poema, inserto en la Historia pasada, presente e incluso futura.

Parafraseando a Burgos, en el Mundo él hará aparecer el Cuerpo, -que es beso, sexo, carne, entraña, sangre, arcilla, materia, pelvis mutando en fruto. Y lo hará instado por imperativos de unos otros que dicen, que ordenan, casi sin sopesar las consecuencias nefastas que acarreará tal mandato, que también encierra el de alimentar las catacumbas; esos otros con los pezones tajeados, entonces, verán el cuerpo que aparecer debía, empalados desde los rascacielos. ¿Quiénes son esos que dijeron que debía aparecer el cuerpo? La respuesta más simple es la que se encuentra en su primer libro cuando expresa “nos ultrajaron nuestros poemarios de fuego/ mercenarios de los magnates literarios/nos llenaron de penes los versos”… o sea, esos otros son los poetas ligeros, los que olvidaron (creyendo superar falsamente) las grandes poéticas de vocación universal, si se quiere épica, heroico anarquista, siempre rebelde, hasta las últimas consecuencias, contra el poder y la explotación del humano contra el humano.

El hablante se verá impelido a cumplir esa orden para desvirtuarla.  Y claramente, en otro nivel de lectura, podemos imaginar al hablante cumplirla involuntariamente como toda entidad arrojada a la existencia, pues no somos más que producto del desgarro provocado por la expansión del universo, arcilla del infinito arrojada al Mundo.

Con este orgasmo pintado como origen, la carne tejerá el gran teatro de la vida, y el infinito mutará a fábula terrestre, pero alojándose únicamente en la palabra. Y será  este canto colonizando la materia, epitafio en las cuerdas vocales, verbo pedregoso enraizado en los átomos desprendidos de las constelaciones, la única forma de intentar traducir el primer estallido.

Por eso, de la dupla de los sexos, el útero macera esqueletos, y de los géneros con que nos vestimos de luto, aparece el cuerpo uno, ese al que ponen electrodos y dan ansiolíticos, y cuya única certeza dada es des-unirse, también inevitablemente volverse 0, volverse nada, tumba, que también es cuerpo. 

Ese binomio primigenio anidada en la carne (carne-vida-deseo o libido/ carne-muerte-des/er0s o tánatos), y de este sólo puede salir invicta la palabra, que es lo único que persiste en los desaparicienses, con los que Fabián Burgos, como ya lo adelantó en su libro anterior, escondido tras el callejón, prefiere continuar follando en los barrios marginales, besando los versos rokheanos, martinézcos, ginsbergianos…
                                                       “mientras mastican cenizas para chorrear tremendas creaciones/por la nariz”.

Por ello, propone volver a des-unir el binario contradictorio compuesto por la carne y el canto, des()uniendo la voz ajena de las cuerdas vocales, para volver a oír (sin oídos) la sinfonía atronadora del cuerpo irreconocible, desollado, que hace vibrar por completo al universo, ahora destejido, habitando agujeros negros.

Podremos estar o no de acuerdo con el trasfondo filosófico del texto, que a ratos podría hacernos evocar cierto platonismo cartesiano, añejo, superado de un tiempo a esta parte, y por lo mismo, tal vez, revestido de la novedad del péndulo, entre tanto postmodernismo, también ya un poco exhausto. Pero, de lo que no cabe duda, es que el Des/e(r)0s tiene la virtud de envolvernos con el ritmo vital y vertiginoso, angustioso y grandilocuente, digno de un Pablo de Rokha -por el constante uso de lo grotesco, el retomar las olvidadas abundantes hipérboles, mezcladas con un fuerte componente social-, pero esta vez, sin tantas adjetivaciones, sino con un dibujo más nítido de las imágenes, y obviamente, enmarcado en los tiempo actuales de este siglo XXI de grandes metrópolis, -que ha presenciado nuevos horrores televisados e imaginando los que nos esperan ( “fui esclavo, profeta y ciervo/puesto en órbita/ y por pocas monedas exhibido a través de telescopios”- ¿remembranza acaso de los decimonónicos zoológico humanos que conocieron los fueguinos (hoy extintos), extrapolado a los venideros?).
Así, Burgos, al igual que ese tremendo desapariciense De Rokha, se nos presenta remando contra la corriente, sin transar frente a algún canon ni ante cualquier conveniente y servil orden farisea, ya sea de hacer aparecer los cuerpos o cualquier otro imperativo de moda generacional o miope, que por antonomasia será siempre inaceptable frente a la libertad creativa,  ya sea en cuanto a forma o fondo. 

Otro aspecto que quiero destacar, ahora más bien en diálogo coherente con la visualidad de esta edición,  es el gesto del grafitti presente en el texto del poema, y  que quise recoger y realzar en su portada.

Ya en su primer libro Burgos hace referencia a esa marca tan común en los barrios ponientes en los que crecimos y en los que tal vez nos topamos sin conocernos, con casi la década de distancia que nos separa (a su favor, y el de mi tumba):
 “Ahora/ que no le cicatrizan las paredes llenas de orines a la cuadra/ y hay una marca de frente arrastrada/ de punta a cabo vistiéndola/como graffiti nacido del hambre/ del/ hambre/que/come/las/letras/de/la/patria”,

Esa huella-símbolo ahora en Des/e(r)0s se reitera con “la palabra última bosquejada en las veredas” y el “código de todo cuanto habitara el asfalto rasgado/ el día que con secreciones coloreamos graffitis en las esquinas de la pobla.”

Tal como en la edición mexicana de su libro Textos introductorios para un proyecto de poema absoluto, Fabián proporcionó a Montea una fotografía de un graffiti de su barrio; ahora el autor nos entregó una fotografía de un graffitis efectuado por él mismo. Esta edición artesanal de Ediciones Punto G. trabajó la portada sobre un silencioso y solitario gesto performático de Burgos, que consistió en rayar el título de este poema en un muro de su comuna, Quinta Normal. Gesto perecedero como la carne, pero que envuelve una palabra, y que pretende evadir también la muerte y la disolución inevitable del spray en el Tiempo, y que ahora se conserva en este único registro reproducido de manera muy limitada, en tan sólo cincuenta ejemplares, que en el  decir coloquial viene a ser 0, “la nada misma”.

Finalmente, no se puede obviar que la calidad literaria de este texto poético ha sido reconocida, al signarlo como uno de los finalistas en el concurso literario Gonzalo Rojas, año 2016. Así que no me queda más que reiterar mis felicitaciones a Burgos, y a Uds. desearles una exquisita muerte en este orgasmo primigenio que seguramente cumplirá con la promesa de volarles los sesos.
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NOS VEMOS HOY, 27 DE AGOSTO DE 2016, PARA FESTEJAR ESTA EDICIÓN EN EL MARCO DE LA ACTIVIDAD CULTURAL Y  FERIA DE  ESPIRAL DE FUEGO- ANAGÉNESIS
DESDE LAS 18:00 HORAS (EX-CUEVA DEL CONEJO) CARMEN 842, SANTIAGO CENTRO

SE PRE-LANZARÁ EN SANTIAGO TAMBIÉN FLAGELO DEL POETA CHILENO-PERUANO DANIEL ROJAS PACHAS, PRESENTADA PREVIAMENTE EN ARICA, EN EL V TEA PARTY 



NO SE LO PIERDA!