jueves, 3 de diciembre de 2015

Conversatorio sobre Juan Luis Martínez

Conversatorio sobre JLM, Café Literario de Providencia, 25 de noviembre de 2015.

El miércoles pasado, Fanny Campos y Nicolás Mura expusieron sobre la obra de Juan Luis Martínez en el Café Literario. La poeta, además, concluyó su participación exhibiendo un poema objeto que confeccionó ese mismo día (día internacional en contra de toda violencia hacia las mujeres),  que denominó, citando a JLM, “Las durmientes del valle”, en el que figuraban encerrados en sendos cuadrados a los dictadores de República Donicana y de Chile (Trujillo y Pinochet), y debajo de cada uno de esos cuadros, en círculos, por un lado, las caras de las hermanas Maribal, y por otro, las  de las mujeres embarazadas torturadas en la dictadura militar chilena. Y luego, en la siguiente hoja podíamos dejarnos espantar con los recortes del El Mercurio de ese día 25 de noviembre de 2015, con saludos In memoria a Pinochet, en el que se le agradecía cariñosamente todo lo que hizo por la patria.

En esa oportunidad también pudo verse un adelanto del documental sobre La Nueva Novela, realizado por Lucas Verdejo, el que será estrenado en el  Festival Juan Luis Martínez de Pichilemu, a realizarse el 26 y 27 de febrero de 2016, en dicho balneario.


Ediciones Punto G participó exhibiendo la plaquette objeto La Nova Nueva Novela (varios autores, 2015), cuya confección puedo ser encargada por el público, que acogió muy bien el evento, y la mencionada edición artesanal.

Acá publicamos el texto leído en esa ocasión por Fanny Campos Espinoza,  directora de nuestra editorial.


DOS BREVES (e inacabadas) NOTAS SOBRE LA OBRA (infinta) DE JUAN LUIS MARÍNEZ - Fanny Campos Espinoza

1. El autor presente en su desaparición (en vida) y en su retorno (en muerte), cruzando la línea imaginaria que divide a los contrarios.

Como se ha venido señalando desde “Señales de Ruta de Juan Luis Martínez” de  Enrique Linh y Pedro Lastra,  Martínez es el “autor que se hace presente en su desaparición”, este autor que se tarja, este que se escribe entre paréntesis, y que siempre se transmuta y multiplica en cientos de referencias, en citas e intertextualidades o trastextualidades no sólo literarias, artísticas  y filosóficas, sino también políticas, históricas, científicas, matemáticas, gráficas, objetuales, en una identidad que busca desprenderse de la individualidad, cuya existencia misma cuestiona (antes de morir expresó en una entrevista que le complacía irradiar una identidad velada como poeta; “esa noción de existir y no existir, de ser más literario que real").
Comenzar un jugo macabro de la desaparición, mientras en Chile comenzaban a desaparecer también los detenidos en Dictadura.


En La Nueva Novela, su primer libro autoeditado en 1977, el autor no se deja atrapar jamás. Es así como en cuadro E de la página 61 anuncia su aparición en el último recuadro de la página 99, en donde asevera que nos estará esperando a los lectores, y aunque saltemos inmediatamente a tal hoja, él ya se ha escurrido… y es que siempre ya viene de vuelta, adelantado a su época, incomprendido en su tiempo, y anticipando el retorno incluso a veinte años de su muerte.
Este autor entre paréntesis aparece y desaparece, y nunca podremos más que vislumbrarlo, descubrir sus sentidos y el cuestionamiento de nuestras percepciones, el desorden de nuestros sentidos, como si adentrarse en sus obras fuera caer cual Alicia en un mundo de las maravillas (y las pesadillas), lograr comprender intuitivamente cómo su oído –y los nuestros- son receptáculos de silencio, y que su palabra, como toda poesía pajarística, es realmente silencio.
Casi al final de La Nueva Novela (que evidentemente no es novela), dibuja con palabras su caricatura -abajo de la de pareja de Marx y Rimbaud, señalando, -con ese humor trágico, desgarrador, que caracteriza toda su obra-, que es como todo poeta un súper héroe, “SUPERMAN se hizo extraordinariamente popular gracias a su doble y quizás triple identidad: descendiente de un planeta desaparecido a raíz de una catástrofe, y dotado de poderes prodigiosos, habita en la Tierra: primero bajo la apariencia de un periodista, luego de un fotógrafo y por último, tras las múltiples máscaras de un inquietante y joven poeta chileno, que renuncia incluso a la propiedad de su nombre, para mostrarse como un ser a la vez tímido y agresivo, borroso y anónimo. (Esto último es un humillante  disfraz para un héroe cuyos poderes son literal y literariamente ilimitados)”.
El (o la) poeta como héroe (o heroína) de la desaparición, paradójicamente infinito. Un  “humor metafísico y grotesco”, “que afecta la tristeza radical de nuestra condición”.
 Hasta acá algo que se ha venido rescatando a lo largo de cuatro décadas. Pero lo que realmente completa la idea,  es que en la habitual redención de la contradicción o paradoja, propia de toda su obra, este autor progró la publicación póstuma de su tercer libro (El Poeta Anónimo), para retornar desde su tumba, veinte años  después, franqueando violentamente la misma línea imaginaria que está prohibido cruzar, y que ya había atravesado su padre en su segundo libro objeto, “La poesía Chilena”, para entregarle los papeles que lo conforman (las actas de defunción de los más grandes poetas chilenos)[1].
No en vano, respecto a su último libro, confesó al propio Guattari un año antes del fallecimiento de este filósofo, que pretendía “hacer un trabajo, una obra, en la que no me pertenezca casi ninguna línea, articulando en un trabajo largo muchos fragmentos. Son pedacitos incluso que se conectan. Es un trabajo de Penélope”. Y todos sabemos que en la Odisea, ella tejía (y destejía) nada menos que un sudario, que es un lienzo para cubrir el rostro de los muertos en señal de respeto.
En ese sentido, celebro la intuición de Cussen al señalar que “El poeta anónimo está mucho más cerca del tono fúnebre de La poesía chilena” y que “lo más evidente es que todo el libro es también el intento de Juan Luis Martínez por escribir su propia tumba, su propio recuerdo más allá de la muerte, su eterno presente.” [2].
Así, Martínez, esta vez muerto, y sin tarjar su nombre, regresa fantasmal cruzando la línea imaginaria de la que hablaba en La Poesía Chilena, y retorna eternamente a entregarnos esos papeles que son su tercer y último libro objeto (El Poeta Anónimo), su propio doble sudario, –ya que viene a revestir su rostro con estas hojas laboriosamente entretejidas, retornándolo desde la muerte a la escena literaria actual, y a su vez, catapultando la individualidad del autor, en un extraordinario trabajo poético en el que casi no escribe ni una mísera línea.
Con ello, demuestra varias cosas. La más profunda es lo real de lo ireal de la línea que divide la vida, de la muerte. Todo es realidad y nada lo es, tal como señalan las solapas de su primer libro. Lo otro, no menos fundamental e igual de paradógico, es que es posible aunar la autoría con la carencia de la misma. En ese sentido, uno de los mejores poemas objetos que componen El poeta anónimo, es aquella página en la que figura una ficha bibliográfica de la Biblioteca del Instituto Chileno-Français de Valparaíso, correspondiente al libro Le Silence et sa brisure (“El silencio y su ruptura”), escrito por otro Juan Luis Martinez, de nacionalidad sueco-española, que en la ignorancia propia de nuestro país, se creyó primeramente como un trabajo heteronímo (al estilo de Pessoa) escrito por el propio Juan Luis (Poemas del Otro). Pero el verdadero poema de Martínez es ese, esa fotografía como testigo de esa “última broma póstuma”, como la denominó un estudioso norteamericano[3], y que de broma tiene sólo lo lúdico y lúcido, ya que es el trabajo más serio que se haya conocido sobre el cuestionamiento de la autoría.
En la conversación con Guattari, JLM señala “…Yo me refiero más que nada al fenómeno de la lectura, porque una obra con autor, o con nombre -una obra Félix Guattari, por ejemplo- se lee de distinta manera que una obra que no tiene nombre. Si usted no viniera con el prestigio que lo precede, la conversación sería otra, aunque usted sería casi el mismo.“, y justamente eso fue lo que le pasó la cuenta a la academia y crítica literaria chilena, frente a esos poemas del otro Martínez. Ese es el poema, que se salió del formato libro, y cuyo esplendido registro está en la mencionada página de El Poeta Anónimo.

2.    Lo político en la obra de Juan Luis Martínez

Aunque velada y sutil (no podía ser de otra manera, durante ese largo y oscuro periodo), es notoria la asociación que La Nueva Novela hace de la figura de Hitler (a la que alude directamente)  con la de Pinochet, el dictador chileno a la época en la que fue publicado el texto.
Es clave La Nota 1 TITULADA: “LA DESAPARICIÓN DE UNA FAMILIA. Véase EPÍGRAFE PARA UN LIBRO CONDENADO” en la que se suceden citas alusivas a la casa, la familia, la muerte, al lado de la misma imagen de la vivienda cayendo devastada que figura en la portada, lo que denota lo nefasto de este tema político.
Esa página concluye con una nota: “véase: Adolf Hitler v/s Tania Savich El desorden de los sentidos), lo que nos remite a las estremecedoras páginas 113 vs  114.
Esos dos textos: “Hitler y la metáfora del cuadrado” (pág. 113) y “Tania Savich y la fenomenología de lo redondo” (pág. 114) -pertenecientes a la sección “El desorden de los sentidos”-, han sido estudiados como una unidad [4], entre las figuras de Adolf Hitler y Tania Savich y los símbolos contrastantes que los enmarcan (el cuadrado y el círculo), como dos personajes de un único drama o conflicto; concluyéndose que representan –cito a Marcel Illanes-, “una relación de violencia y terror, propio del orden imperante en Chile a finales de los 70”; y que “la recurrencia de la figura del círculo en la sección “El desorden de los sentidos” de “La Nueva Novela” estaría representando la necesidad de algún tipo de protección o defensa por parte de los personajes inscritos dentro del caos que toma cuerpo en el texto (Tania, Alicia, Sogol), contra las fuerza del mal, simbolizadas por Hitler y Napoleón”, y agrego Pinochet, y cualquier otra figura dictatorial, incluso la Patria misma.

 Es evidente, por la nota 1 citada, que dentro de esta misma unidad temática (política), no puede dejarse de lado el mencionado “Epígrafe para un libro condenado”, en donde flamea a media asta[5] una bandera chilena –las mismas que se incluyen en La Poesía Chilena, y que inspiraron a la entonces joven Elvira Hernández a reescribir su propia Bandera de Chile[6]-. Dicho símbolo patrio flamea a media asta -“como señal de duelo”, se ha dicho-, sobre una cita de Picabia que habla de la paradója que es morir por la patria, la segunda madre, en circunstancias que la propia madre no tiene derecho sobre la vida de sus hijos.
No es casual (nada en la Obra de Juan Luis, lo es) que esta hoja política preceda al magistral poema La Desaparición de una familia, en donde se extrema la situación política de los detenidos desaparecidos, al tratar la desaparición de la familia incluso dentro del círculo protector que es la propia casa (otra vez hablamos de círculo protector, como el de Tania).
“La Estructura del pensamiento político no es más que una multitud de ratas”. (p. 139)

Tal como lo ha mencionado  Felipe Cussen, la lectura política anterior, se reafirma y se vuelve aún más patente con la publicación de “El poeta anónimo”, también escrito en dictadura, desde  1985 y  hasta 1993 (en dicta-blanda, y eso el lúcido JLM, que no se dejó embaucar por los colores del arcoíris, siempre lo tuvo claro[7]), que conmueve, siniestramente, con las imágenes de animales o corderos invertidos, bajo el título “Los durmientes del valle. (Lonquén, Chile)”, imagen que interactúa con  recortes de prensa sobre fosas que han sido encontradas con osamentas de detenidos desaparecidos en Yumbel; en un escalofriante contraste con recortes de avisos de perros extraviados en el barrio alto, junto a agradecimientos al espíritu santo por favor concebido.
 El titulo es una cita al poema  El Durmiente del Valle de J. A. Rimbaud que trata de la muerte de un joven soldado, inspirado en el horror de la guerra franco-prusiana  que le tocó al iluminado poeta francés presenciar en 1870. Otra vez, recordamos la cita de Picabia en La Nueva Novela.
 Todo escritor, consciente o inconscientemente, retrata su época tamizada por el cúmulo de experiencias reales y literarias que conforman su acervo o imaginario. Y Juan Luis no está ajeno a este hecho, sino extremadamente consciente del mismo, reaccionando frente al horror de su época, a través de la poesía, de su poesía innegablemente subversiva, rupturista, LIBERTARIA.




[1](La última posibilidad de franquear ese límite se concretaría mediante la violencia):/Ya en ese límite, mi padre muerto me entrega estos papeles” JLM
[2]  Cussen, Felipe. Primeros Apuntes sobre El Poeta Anónimo. 2013. ttp://www.paniko.cl/2013/03/primeros-apuntes-sobre-el-poeta-anonimo/
[3] WEINTRAUD, SCOTT. La última broma de Juan Luis Martínez. Editorial Cuarto Propio, 2014.
[4] Véase Illanes, Marcelo. "La nueva novela de Juan Luis Martínez: en espectáculo artaudiano”
[5] Así lo recalca Zenaida Suárez M. que en su artículo “Objetualismo en Juan Luis Martínez: el significante palpable”, señala :“Su colocación en las páginas de La Nueva Novela ya apunta hacia un estado de cosas; la bandera no está situada en cualquier parte de la página, está colocada, metafóricamente, a media asta; lugar en que la bandera significa duelo, y donde, por lo tanto, quedan menguadas las significaciones paradigmáticas de "victoria y de autoafirmación" que se le atribuirían en estado puro”. (Zenaila en Estudios filolólicos. N°.51, Valdivia, jun. 2013)
[6] Así lo señaló en Ciudad interior y ciudad exterior: Conversación con Elvira Hernández. Colectivo Agua Maldita. Revista Agua Maldita N° 3, año 2015. P.20
[7] Ilustrativa es esta parte de la conversación que en 1991 sostuvo con Guattari:
JLM : ¿La visita a Chile le ha dado una perspectiva nueva sobre el país, sobre la democracia? ¿Ve algún cambio? ¿Esperaba ver algún cambio?
FG : Es muy pronto para contestar eso.
JLM : Personalmente, creo que no hay muchos cambios.
FG : Durante años se dijo que esto no cambiaría, pero la realidad lo ha desmentido. Y el cambio va a ser cada vez más acelerado...
JLM : Usted tiene todavía muchas esperanzas.